El entrenamiento físico correctamente pautado y supervisado tiene un enorme potencial para mejorar tu día a día. Ahora sabrás por qué.
Índice de contenido
A . Introducción:
Para empezar, cada vez más personas deciden ponerse en manos de un entrenador tanto con el objetivo de perder peso como para mejorar su salud.
Sin embargo, esto requiere un esfuerzo, no solo económico, y una disciplina que no todo el mundo está dispuesto a asumir.
Por ello, los entrenadores insistimos constantemente en que el entrenamiento físico es clave para gozar de buena salud, ya que este genera ciertas adaptaciones en el organismo que en último lugar acaban mejorando nuestra calidad de vida en varios aspectos que describiremos de aquí en adelante.
B. Cambios en la calidad de vida:
- Mejora de la postura y de la amplitud de movimiento
En primer lugar, la falta de ejercicio físico provoca descompensaciones estructurales que acaban modificando nuestra postura y limitando el movimiento.
Por ejemplo, la falta de ejercicio unido a posturas mantenidas en el tiempo, tales como pasar horas delante del ordenador, contribuye a que se debilite la musculatura erectora de la columna, incrementando de este modo la cifosis dorsal (vulgarmente conocida como chepa).
Si esto lo acompañamos de un acortamiento del pectoral menor, tríceps braquial y dorsal ancho, tenemos todas las papeletas para que además de chepa, tengamos una restricción en la flexión del hombro.
El entrenamiento físico, en caso de estar bien pautado por supuesto, nos ayudará a corregir estos problemas por medio tanto de ejercicios de amplitud como compensatorios, sobre todo en este caso, donde los compensatorios facilitarán primero la extensión dorsal de la columna para después incrementar la flexión del hombro con los ejercicios de amplitud, sin olvidar que tras esto se deberá trabajar para estabilizar el hombro.
- Desaparición de dolores
Pongamos por caso que sufrimos de lumbago.
De hecho, los estudios confirman que el dolor lumbar es la principal causa de discapacidad a nivel mundial con más de 540 millones de personas afectadas.
Sabemos que la falta de movilidad de una articulación afecta directamente a la adyacente en un recorrido ascendente.
Por tanto, será de vital importancia seguir un entrenamiento físico con el que mejoremos tanto la movilidad de la cadera como la estabilidad lumbo-pélvica para, de este modo, contribuir a que el dolor desaparezca y podamos llevar una vida normal.
- Incremento de la condición física
Hablando en este caso del entrenamiento de resistencia cardiovascular, este provoca adaptaciones a nivel celular que afectan directamente a la condición física.
Mediante el entrenamiento físico mejoraremos el intercambio gaseoso y, por consiguiente, la capacidad respiratoria. Además, reduciremos la presión sanguínea, disminuiremos la frecuencia cardiaca en reposo y durante los esfuerzos, con lo que nos fatigaremos menos al realizar ciertas actividades de media y larga duración.
Por lo tanto, el cambio que producirá el entrenamiento físico en relación a este aspecto es que contribuirá a incrementar nuestro estado de forma, cosa que percibiremos en todas las actividades de nuestra vida cotidiana que hasta la fecha nos supusiesen un esfuerzo considerable.
- Aumento de los niveles de fuerza
Cuando pensamos en fuerza puede que nos vengan a la cabeza imágenes de disciplinas deportivas como la halterofilia.
No obstante, la fuerza no es una necesidad exclusiva de los deportistas de élite, tal y como vamos a explicar ahora.
Pongamos como ejemplo la fuerza de la musculatura plantar del pie. Los estudios revelan una relación directa entre la pérdida de fuerza en la musculatura flexora de los dedos del pie y el riesgo de sufrir caídas en personas mayores.
Otro ejemplo, en mujeres, tras pasar la menopausia, los bajos niveles de fuerza muscular se encuentran vinculados con el riesgo de sufrir osteoporosis.
Si unimos estos dos ejemplos podemos intuir por qué las mujeres de avanzada edad son más proclives a sufrir fracturas óseas por caídas, lo que disminuye claramente su funcionalidad y su calidad de vida.
De este modo, el entrenamiento físico de fuerza generará tanto adaptaciones neurales como estructurales (a nivel de masa muscular) que nos volverán más fuertes y nos ayudarán a preservar nuestra salud.
- Cambio positivo en la composición corporal
El entrenamiento físico, visto de forma superficial, supone un incremento de la actividad diaria, lo que, unido a un plan nutricional adaptado a perder peso, dará lugar a una reducción del porcentaje de grasa corporal.
Ahora bien, debemos entender el exceso de grasa no solo como el resultado de un superávit energético prolongado en el tiempo, sino como la combinación de esto con unos malos hábitos de vida y, sobre todo, con una falta de actividad física que dificulta que el organismo pueda hacer uso de esta acumulación de energía en forma de tejido adiposo.
Es por esto que el entrenamiento físico es una herramienta que siempre debe ir de la mano del plan nutricional a la hora de buscar una pérdida de peso, ya que, una vez solventadas las deficiencias estructurales y metabólicas, el proceso de pérdida de peso se verá acelerado y será más difícil volver a recuperarlo, siempre y cuando se siga respetando la piedra angular de un proceso de pérdida de peso: el déficit energético.
Para terminar, queremos agregar que en base a nuestra experiencia hemos observado como, además de todos estos aspectos mencionados hasta el momento, el deportista que inicia un entrenamiento físico experimenta cambios a nivel psicológico y emocional, efecto posiblemente asociado a la liberación de endorfinas vinculada al ejercicio y a la motivación que supone ver los resultados obtenidos a base de esfuerzo.
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