Cómo comenzar una rutina de ejercicios sin desfallecer en el intento

Hablamos de constancia, no hay duda, pero también de conocimiento y esfuerzo, de entusiasmo y creatividad, de nutrición y cautela.

¿Cómo hacer para combinar comienzo y rutina sin que el resultado nos invite a desfallecer en el intento?

Las palabras tienen su peso específico y, si hablamos de iniciar o retomar la actividad deportiva, no hay duda: comienzo suma y rutina resta.

El secreto está en la combinación y dosificación acertada de ambos factores. La mezcla es decisiva a la hora de comenzar una rutina de ejercicio que, con perseverancia, más pronto que tarde, dará sus frutos.

Claro que, para lograr los objetivos hay que recorrer un camino en el que el entusiasmo, la constancia, la creatividad y la dieta, serán compañeros esenciales.

Si la intención es empezar una rutina de ejercicios o retomarla, está claro que hay una motivación detrás, un impulso cuya fuerza es necesario aprovechar al máximo; sobre todo, pasados los primeros momentos, los del entusiasmo inicial, que, aunque se tiende a pensar lo contrario, suelen ser muy breves y dar paso a un desinfle que muchas veces conduce directamente al abandono.

¿A quién no le suena lo del empezar rutinas con el inicio del nuevo año y dejarlas antes de que acabe el primer mes; o al principio de semana y no llegar al lunes siguiente?

El entusiasmo es un factor esencial pero, si solo se cuenta con él, será mejor que nos olvidemos de los objetivos. Hace falta más.

Para comenzar una rutina de ejercicios y no desfallecer en el intento hay que llevar a cabo la mezcla de ingredientes de la manera más rentable para cada uno. Los ingredientes son los mismos, el recipiente y las cantidades no, varían en función de la persona que va a realizar la actividad deportiva, de su disponibilidad, de su preparación física, de sus objetivos y del tiempo y dedicación de que disponga para conseguirlos.

Ahora sí, vamos por buen camino para comenzar una rutina de ejercicios y no desfallecer en el intento, sigamos.

1. El primer paso es visualizar el objetivo que quieres conseguir, sea el que sea.

En el camino para lograrlo vas a comprobar que el ejercicio, además, te hace sentir mejor, tener una vida más saludable y eliminar posibles tensiones cotidianas, apunta estas tres cosas por si llegan momentos de flaqueza y esfuérzate por retener las sensaciones positivas.

 2. Con el objetivo claro, pasamos al siguiente paso: valorar la condición física personal.

No hay un caso igual a otro, no lo olvides o podrías estar coqueteando con lesiones o abandonos prematuros por seguir el ritmo de ese amigo, amiga, la cuñada del amigo o el tío segundo de la vecina del quinto que es un máquina. Lo vas a conseguir, tómate tu tiempo y utiliza tus recursos de forma saludable, merece la pena invertir en activos personales antes que arriesgarse a operaciones de alto riesgo sin ninguna garantía de éxito solo porque te han dado un chivatazo.

3. El tercer paso es quizá el más sencillo y, al mismo tiempo, el más complicado.

Todo depende de cómo vayas a diseñar los entrenamientos y ahí estaría muy bien contar un profesional para orientarte, alguien que haya hecho el camino antes que tú y que sepa adaptar tu condición física al objetivo que quieres alcanzar, alguien que te ayude a diseñar tu tabla de ejercicios, la esencia de tu entrenamiento.

Y no vale una tabla cualquiera que se adapte a tu condición física, además ha de ser motivadora, interesante y, si me apuras, divertida, alguien a quien te apetezca conocer y con quien quieras pasar tiempo. Una buena rutina deportiva ha de entrar en tu vida deslumbrándote tanto por lo que te puede prometer, si eres persistente, como por el tiempo que vais a compartir. Créeme, sufrir solo para lograr un objetivo saludable no mezcla bien y no funciona nunca. Déjate guiar.

4. El cuarto paso es la dieta.

La dieta adecuada que mueve montañas, si no lo sabías éste es el momento ideal para comprobarlo. Tienes el objetivo, conoces tu condición física y dispones de una rutina específicamente diseñada para ti. Ahora hay que alimentar ese cuerpo que tantas alegrías va a darte solo con que persistas en esa rutina de ejercicios.

El momento que hayas elegido para realizar tu rutina de ejercicios determina tu dieta para no desfallecer en el intento, literalmente. Por ejemplo, si has elegido entrenar por la mañana, ni se te ocurra tontear saltándote el desayuno, una comida ligera treinta minutos o un hora antes de la actividad puede hacer milagros, arrímate a la fruta entera o batida, te dará buena sombra.

5. Dejamos para el final el quinto paso que no es tal porque está repartido, a partes iguales, entre los otros cuatro.

Sin él, se quedan en nada, se esfuman, desaparecen. El quinto paso se llama constancia, prima hermana de la paciencia y comprometida –con pedida, anillo y todo- y optimista, aunque haya o no haya boda, solo depende de ti.

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