Como mencionamos en este otro artículo: Descubre cuál es el mejor deporte para los mayores de 60 años, el entrenamiento funcional personal es, desde nuestro punto de vista, el mejor deporte para las personas mayores y, en el presente artículo vamos a explicar por qué.
Los profesionales sanitarios suelen recordar a sus pacientes la importancia de realizar ejercicio físico para gozar de una buena salud. Sin embargo, aquí no vale café para todos, ya que las personas mayores suelen tener ciertos hándicaps a la hora de practicar actividades deportivas, tales como enfermedades reumáticas (relacionadas con el aparato locomotor como artrosis, osteoporosis o fibromialgia), enfermedades cardiovasculares, lesiones u operaciones limitantes, consumo de fármacos que interaccionan con el ejercicio físico, exceso de peso corporal, etc.
Por consiguiente, actividades que a priori pueden parecer interesantes como el Pilates, puede no serlo tanto para personas mayores de 60 años por algunos de los problemas mencionados con anterioridad.
Entre varios aspectos, destaca el hecho de que el Pilates ayuda a aumentar la percepción y conciencia de nuestro propio cuerpo, contribuyendo también a corregir el alineamiento y la postura mediante una correcta activación de los músculos estabilizadores internos, todo esto realizando movimientos precisos y fluidos, exentos de brusquedad, hecho que disminuye el riesgo de sufrir lesiones.
Hasta aquí todo correcto. No obstante, cuando llevamos esto a la práctica la cosa cambia, ya que las personas con una baja condición física y movilidad van a requerir unas adaptaciones que quizá no se puedan llevar a cabo correctamente en una clase dirigida en la que suelen haber entre 25 y 35 personas, haciendo esta práctica ineficaz y, en algunos casos, con un riesgo importante de lesión.
Lo más común como participante en este tipo de clases colectivas, en caso de tener estas limitaciones, es sentirse desatendido, de modo que la adherencia al entrenamiento acabará derrumbándose y, recalquemos, no por culpa del instructor de pilates, sino porque no se trataba del ejercicio más adecuado para este tipo de perfil.
En caso de otro ejemplo como es el Aquagym, cuya práctica puede parecer acertada debido al bajo potencial lesivo que supone el hecho de entrenar en baja gravedad, debemos recalcar que no es lo mismo realizar una actividad física con un bajo riesgo de lesión que llevar a cabo una actividad segura y a la vez capaz de solucionar la problemática que pueda tener una persona mayor de 60 años.
Está claro que, realizando Aquagym de forma regular, podemos mejorar la resistencia cardiorrespiratoria e incluso el tono muscular. No olvidemos que en esta actividad se utilizan materiales como palas o tubos de espuma, pudiendo con ello aumentar la resistencia que ofrece el agua.
Ahora bien, hemos de hacer hincapié en que, por ejemplo, en caso de personas con osteoporosis, el trabajo en el agua no es el más eficiente si queremos lograr el estímulo mecánico que ayude a mejorar la densidad mineral-ósea.
Así mismo, cabe considerar también que las personas mayores tienden a ser más susceptibles al frío, suelen tener un sistema inmunitario deteriorado y, por lo cual, son más propensas a padecer enfermedades respiratorias. De ahí que el miedo a resfriarse pueda suponer otro inconveniente más para tener en cuenta.
Por lo todo esto concluimos que quizá el Aquagym tampoco sea el mejor deporte para las personas mayores.
¿Por qué el entrenamiento funcional personal?
La práctica de otros deportes requiere, gracias a la intervención de los instructores, ciertas modificaciones en la ejecución para generar al deportista el mínimo daño posible (por ejemplo, nadar a espalda doble para personas con problemas de columna), sin tener en cuenta que, en muchas ocasiones, este inicia la práctica del ejercicio físico porque se siente con molestias que provienen de déficits en la funcionalidad motora.
El entrenamiento funcional, en cambio, se focaliza en localizar el origen de las disfunciones para después construir una planificación de entrenamientos que ponga solución a todas estas mediante el movimiento, al tiempo que puede afrontar otros objetivos como la pérdida de grasa, ganancia de masa muscular y/o mejora de la condición física.
Además, el hecho de ser personal agrega un valor añadido al servicio con el que las actividades grupales no pueden competir. Cabe añadir que en las primeras etapas de entrenamiento es esencial poner énfasis en una perfecta ejecución técnica, objetivo difícil de asumir en salas de centros de entrenamiento masificados.
Por todo lo mencionado hasta aquí, recomendamos a las personas mayores sin enfermedades o lesiones limitantes que escojan el deporte que más les guste, pero a las que tienen alguna limitación, sea relacionada con el movimiento o algún problema de salud, se ponga en manos de profesionales del deporte cuyo planteamiento se base más en la recuperación de la funcionalidad y no tanto en el entrenamiento tradicional heredado del culturismo y el fitness de competición, del que probablemente no van a extraer tantos beneficios.