Introducción
En el campo del entrenamiento de fuerza y la hipertrofia muscular, es común encontrar la distinción entre dos tipos de crecimiento muscular: hipertrofia miofibrilar, asociada al aumento del tejido contráctil (actina y miosina), e hipertrofia sarcoplasmática, vinculada al incremento del volumen del sarcoplasma (fluido intracelular que incluye glucógeno, agua, mitocondrias y enzimas).
Si bien esta clasificación ha sido históricamente útil desde el punto de vista metodológico y pedagógico, su validez como fenómeno fisiológico independiente ha sido cuestionada por la literatura científica más actual.
En este artículo abordamos las limitaciones de esta clasificación, los argumentos a favor de considerarla como una herramienta de análisis, y su paralelismo con el concepto de predominancia energética en fisiología del ejercicio.
¿Por qué se cuestiona esta diferenciación?
Limitaciones metodológicas
No existen herramientas directas para medir la hipertrofia sarcoplasmática de forma precisa en humanos vivos. Las investigaciones que sugieren su existencia se basan en indicadores indirectos, como aumentos en el volumen muscular sin incrementos proporcionales en la fuerza, lo cual no demuestra causalidad. Se requerirían biopsias secuenciales y técnicas histológicas específicas para confirmar este tipo de adaptación como una categoría separada.
📌 Morton et al. (2019) sostienen que esta distinción es útil a nivel pedagógico, pero no representa dos procesos celulares independientes.
Falta de mecanismos exclusivos
No hay evidencia que demuestre que se pueda inducir una hipertrofia puramente sarcoplasmática sin un aumento concomitante en el tejido contráctil. Todo entrenamiento que promueva la ganancia de masa muscular desencadena una serie de adaptaciones integradas, incluyendo:
- Síntesis de miofibrillas
- Aumento del glucógeno muscular
- Mejora del entorno metabólico intramuscular
- Adaptaciones enzimáticas y mitocondriales
🧬 Haun et al. (2019) demostraron que incluso en fases con alta expansión sarcoplasmática inicial, si el entrenamiento continúa, se observa un aumento progresivo del tejido contráctil.
No hay definiciones operativas claras
Uno de los grandes problemas de esta dicotomía es la ambigüedad conceptual. ¿Cuánto aumento del sarcoplasma es suficiente para hablar de un «tipo» de hipertrofia? ¿Cuál es el umbral fisiológico? Estas preguntas no tienen respuesta en la literatura, lo que debilita su validez como constructo científico formal.
Riesgo de simplificación excesiva
En el entorno práctico y sobre todo en redes sociales, esta distinción se ha vulgarizado en frases como:
«Este entrenamiento es para músculo funcional, este otro solo para volumen visual.»
Esto genera una falsa dicotomía que puede derivar en errores metodológicos en la programación del entrenamiento, y en la creencia errónea de que uno de los tipos es menos útil o válido, cuando en realidad toda hipertrofia correctamente inducida mejora la función muscular.
Un enfoque más realista: adaptaciones predominantes
En lugar de hablar de «tipos de hipertrofia», la evidencia sugiere que es más apropiado referirse a adaptaciones predominantes según el estímulo aplicado, al igual que se hace con los sistemas energéticos.
👉 En fisiología del ejercicio, cuando un esfuerzo es principalmente anaeróbico láctico, se reconoce que los otros sistemas también participan, pero hay una vía predominante. Del mismo modo, en el entrenamiento de fuerza:
✅ Ambas adaptaciones coexisten, pero el entrenamiento determina qué proceso se activa con mayor intensidad.
Conclusión
La separación entre hipertrofia sarcoplasmática y miofibrilar puede seguir utilizándose como recurso didáctico o guía metodológica, pero debe quedar claro que:
- No son fenómenos fisiológicos completamente independientes.
- Siempre ocurren de forma simultánea, con distinta proporción según el estímulo.
- El énfasis debe estar en manipular las variables de entrenamiento (carga, volumen, frecuencia, descanso) para orientar el tipo de adaptación deseada, sin caer en falsos dilemas.
Como entrenadores o profesionales del ejercicio, nuestro enfoque debe centrarse en la integración funcional del sistema muscular y no en compartimentalizaciones artificiales. El músculo no distingue tipos de hipertrofia, responde al conjunto del estímulo aplicado.
📚 Referencias
- Haun, C. T., Vann, C. G., Roberts, B. M., et al. (2019). A critical evaluation of the biological construct skeletal muscle hypertrophy: Size matters but so does the measurement. Frontiers in Physiology, 10, 247. https://doi.org/10.3389/fphys.2019.00247
- Schoenfeld, B. J. (2010). The mechanisms of muscle hypertrophy and their application to resistance training. Journal of Strength and Conditioning Research, 24(10), 2857–2872. https://doi.org/10.1519/JSC.0b013e3181e840f3
- Morton, R. W., et al. (2019). Resistance training volume enhances muscle hypertrophy but not strength in trained men. Medicine & Science in Sports & Exercise, 51(1), 94–103. https://doi.org/10.1249/MSS.0000000000001764