Tan necesario como imprescindible.
No es posible desarrollar una auténtica carrera en el mundo deportivo sin tener conocimientos de fisiología del ejercicio. Es más, cuanto más se amplíen esos conocimientos, cuanta mayor calidad tengan, cuanto más se puedan aplicar a lo largo de la carrera deportiva, más cualificado estará el profesional del deporte.
Y la cualificación es el verdadero patrón de oro en el ámbito deportivo, quienes se toman en serio su formación, lo saben.
La fisiología del ejercicio es la ciencia que se encarga de estudiar los efectos del deporte en el organismo, de todo el organismo y de las funciones de sus sistemas mecánico, físico y bioquímico y las pone en relación con su entorno de actividad física o práctica deportiva.
¿Por qué la fisiología del ejercicio es tan importante en la formación deportiva?
Porque se trata de la llave que permite, a partir del conocimiento del estado físico del deportista en relación con la actividad física, acceder a la forma de optimizar su rendimiento. ¿Cómo? Desarrollando adaptaciones fisiológicas.
Es muy importante destacar que estas adaptaciones permiten atender todo tipo de actividades deportivas, tanto las profesionales, conectadas intensamente con el rendimiento deportivo, como las de aficionados a la práctica deportiva o aquellas que se llevan a cabo para mejorar una lesión o un problema físico estructural.
Ya tenemos la teoría, pasemos a la práctica que nos espera en el terreno de la curiosidad en el que, como no podía ser de otro modo, las preguntas se disparan: ¿Cómo funciona la fisiología del ejercicio? ¿Cómo se aplica? ¿Qué factores están implicados? ¿Hay patrones establecidos?
Por partes.
La fisiología del ejercicio funciona manteniendo un equilibrio constante entre el organismo y la actividad deportiva, como un catalizador de energía atento, tanto a las reservas de inversión de energía, como al gasto energético y al estado de los sistemas orgánicos implicados directa e indirectamente en la acción.
Es la encargada de ofrecer respuestas individualizadas para que cada organismo se pueda adaptar, optimizando los resultados, al esfuerzo de una actividad deportiva.
Conocerla es comprender su sencillez y su complejidad, pero, sobre todo, el valor de su utilidad en cualquier tipo de actividad deportiva y, en consecuencia, en la formación de futuros profesionales del deporte.
Para poder poner en práctica los conocimientos de fisiología del ejercicio es necesario recibir la formación adecuada que ayude a comprender el funcionamiento del cuerpo humano en sus diferentes fases de desarrollo y la diferencia que significa para el organismo un funcionamiento orgánico normal en contraste con el de un organismo sometido a un intenso trabajo deportivo específico.
Contar con conocimientos sobre fisiología del ejercicio aporta al profesional en formación, la posibilidad de entender la respuesta del organismo a los estímulos provocados por la práctica del deporte, realizando las adaptaciones internas que sean necesarias y hacerlo en cada caso particular.
Y desde ese punto, nos deslizamos hacia el campo de la especialización, porque la fisiología del ejercicio no es una materia genérica, no se puede aplicar indistintamente.
Para empezar, es necesario conocer las características de cada sujeto, las reacciones que en su organismo genera la realización de esfuerzo físico y la respuesta que emite; es necesario conocer su forma física y la dieta que realiza porque el organismo va a pasar de ejecutar tareas cotidianas a realizar una actividad física planificada que indicará los ajustes que se han de llevar a cabo para poder alcanzar los objetivos.
Para poder aplicar el conocimiento, es preciso recibirlo, retenerlo y actualizarlo, se trata de una verdad universal y en este caso concreto, imbatible. Sentar las bases fisiológicas y científicas que sustentan las adaptaciones al entrenamiento, la nutrición y la competencia deportiva, son los tres pilares sobre los que levantar una buena formación en fisiología del ejercicio.
Respecto a la pregunta concreta sobre la existencia o no de patrones de respuesta establecidos, la recomendación es cautela. Como ocurre con toda materia relacionada con la práctica deportiva, la fisiología del ejercicio también ofrece herramientas aplicables en diferentes campos de la práctica y la formación deportiva, pero son eso, herramientas, no modelos absolutos.
No hablamos de estereotipos cuando ofrecemos datos sobre la respuesta genérica de un organismo ante un ejercicio dirigido a la estimulación, por ejemplo, de la hipertrofia muscular.
Hablamos de posibles reacciones, de sus consecuencias y de las adaptaciones que el organismo tiene que hacer para equilibrar los sistemas de inversión y gasto de energía en relación con el equilibrio orgánico.
Y en ese punto, existe un consenso general y clarísimo: la fisiología del ejercicio ofrece las pautas generales aplicables a cada organismo, a cada atleta, porque cada organismo se compone de diferentes sistemas y su forma de organizarse ofrece una respuesta única, una adaptación individual e intransferible y demanda la necesidad de desarrollar un tipo de actividad específica para alcanzar el objetivo.
La formación en fisiología del ejercicio da acceso a ese conocimiento responsable del equilibrio saludable del organismo del atleta sometido a actividad deportiva. Es cierto que un nivel medio de formación puede sentar las bases para un profesional del deporte en fase formativa pero es más cierto aún que, cuando se comprende la verdadera dimensión de esta materia, el profesional quiere recibir más información, un mejor y mayor grado de conocimiento, de especialización.
En ese momento es cuando está preparado para buscar a los mejores formadores, y entonces es, cuando los encuentra.
Soy docente de educación física yves de suma importancia toda esta información