Porque es necesario entrenar a partir de los 60 años.

Según las conclusiones del estudio IPSOS Global Advisor, los españoles estamos entre los más sedentarios del planeta. En este artículo queremos explicar las 10 razones del porque es necesario entrenar a partir de los 60 años.

De hecho, Inma Rueda, directora del área de Healthcare de IPSOS señala que “los nacidos entre 1950 y 1960 tienen muy poca conciencia de educación física, en comparación con la misma generación de otros países europeos”.

Añade, además, que se trata de una “cuestión de conocimiento y falta de hábitos”.

Por ello, en este artículo queremos ayudar a concienciar, poniendo de manifiesto las 10 razones por las que necesitas entrenar a partir de los 60 años.

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1. Entrenar reduce los efectos de la artritis y atrosis.

La artritis es una enfermedad caracterizada por la inflamación de las articulaciones. Un cuadro de artritis grave puede conducir a la degeneración de los cartílagos articulares con el consiguiente dolor y dificultades motoras derivadas. Lo que se conoce como artrosis.

Está demostrado que el ejercicio físico aumenta la función muscular, disminuye el dolor y mejora la capacidad funcional. Cabe destacar que el cuádriceps actúa como un importante amortiguador de las fuerzas de impacto en la rodilla, por lo que una terapia basada en reposo y antiinflamatorios de forma crónica solo provocará atrofia muscular y mayor dificultad de movimiento.

En definitiva, artritis y artrosis se tratan con el movimiento.

2. Entrenar supone un tratamiento preventivo para el Alzheimer.

Muchas investigaciones vinculan el Alzheimer con la diabetes. Estas sugieren que, sobre todo, las personas con diabetes tipo II pueden ser más propensas a este tipo de demencia u otras.

Aunque no todos los estudios lo confirman, la conexión parece encontrarse en que la diabetes provoca un desgaste de los vasos sanguíneos de todo el cuerpo.

De este modo, el flujo sanguíneo cerebral se acaba viendo afectado a causa de la reducción o bloqueo de este, produciendo daños irreversibles que degenerarán en un deterioro cognitivo.

Por tanto, el ejercicio, además de una educación nutricional evidentemente, puede resultar un tratamiento preventivo de cara a enfermedades neurodegenerativas por el simple hecho de que va a mejorar el sistema cardiovascular y los niveles de glucosa en sangre, tema que explicaremos a continuación.

3. Entrenar ayuda a descender los niveles de glucosa en sangre, previniendo la diabetes.

La glucosa es el combustible principal de nuestras células y esta puede encontrarse como tal en el torrente sanguíneo o agrupada como glucógeno en los depósitos de los músculos y el hígado.

El ejercicio físico moderadamente intenso obliga al cuerpo a obtener la glucosa de dichos depósitos de modo que, tras el esfuerzo, dichos depósitos serán rellenados con el exceso de glucosa circulante, contribuyendo así a reducir los niveles de esta en sangre y evitando el deterioro de los vasos sanguíneos característico de las personas que sufren diabetes.

No obstante, en casos de diabetes tipo II, reiteramos la necesidad trabajar también en el aspecto nutricional.

4. Entrenar aumenta la densidad mineral ósea, previniendo la osteoporosis.

Como mencionamos en este otro artículo: ¿Es la natación el ejercicio más adecuado para todos?, los estudios científicos sugieren que el hueso requiere un estrés mecánico para aumentar su masa.

Por lo tanto, el entrenamiento con cargas es una excelente herramienta para prevenir la osteoporosis, más si cabe cuando hablamos de mujeres, las cuales suelen sufrir en mayor medida la fragilidad que conlleva dicha enfermedad.

5. Entrenar influye en el apetito, previniendo desequilibrios alimentarios.

Aunque la obesidad afecte a un 35-40% de las personas mayores de 60 años, no hemos de obviar que muchas personas ven reducido su apetito entrada la tercera edad.

El insuficiente aporte de vitaminas, proteínas y líquidos puede producir estados de deshidratacióngastritisanemia u otros trastornos relacionados con la desnutrición.

Pese a que una intervención nutricional es de vital importancia en estos casos, también el entrenamiento puede contribuir, por un lado, a que estas personas aumenten su gasto energético, incrementando con ello su apetito, y por otro, tener programados los entrenamientos semanales ayudará a que la persona sea disciplinada y cumpla con unos horarios establecidos previamente, incluidos los de las comidas.

6. Entrenar previene el deterioro del sistema inmunológico.

Las personas mayores de 60 años son más susceptibles a la gripe, pudiendo desembocar esta en neumonía u otros problemas respiratorios que pueden requerir incluso ingreso hospitalario.

Se desconoce a ciencia cierta como el ejercicio físico mejora el sistema inmunitario, pero se barajan estas hipótesis:

  • La actividad física puede ayudar a eliminar bacterias de los pulmones y las vías respiratorias, reduciendo la probabilidad de sufrir enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio.
  • El ejercicio físico provoca cambios en los anticuerpos y glóbulos blancos, estos últimos encargados de combatir enfermedades.
  • La elevación de la temperatura corporal intra y post entrenamiento podría suponer un impedimento para el crecimiento bacteriano (mecanismo similar al proceso de la fiebre).
  • El entrenamiento reduce la secreción de hormonas relacionadas con el estrés. Sabemos que unos niveles de estrés elevados debilitan nuestro sistema inmunitario haciéndonos más vulnerables a las enfermedades.

7. Entrenar disminuye la probabilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares.

El infarto de miocardio es una de las principales causas de muerte en la tercera edad.

Tal y como mencionábamos en uno de los puntos de este otro artículo:  4 motivos para empezar a entrenar con 50, el ejercicio físico hace que descienda el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y, con ello, reduce el riesgo de sufrir un infarto.

Por una parte, las adaptaciones al ejercicio físico provocan una disminución de la frecuencia cardiaca en reposo haciendo a este músculo más eficiente.

Por otra parte, el ejercicio contribuye a una mejora de la presión arterial gracias al aumento de la flexibilidad y elasticidad de los vasos sanguíneos. Esto aporta tanto una mejor oxigenación de los tejidos como un descenso del riesgo de sufrir problemas circulatorios.

8. Entrenar mejora de la calidad del sueño y previene trastornos del sueño.

Existen varios tipos de trastornos del sueño, pero los más comunes en la tercera edad son el insomnio y la hipersomnia.

Para prevenirlos, la solución pasa por establecer una rutina horaria y mejorar los hábitos de sueño.

Tal y como explicábamos con anterioridad, realizar ejercicio físico de forma rutinaria obliga a la persona a llevar una organización diaria al tiempo que ayuda a reducir la secreción de hormonas relacionadas con el estrés, cosa que contribuye de forma positiva a la mejora de la calidad del sueño.

9. Entrenar es un tratamiento imprescindible contra la fibromialgia y la fatiga crónica.

Para quien lo desconozca, la fibromialgia es una enfermedad caracterizada por dolor musculoesquelético generalizado y sensación dolorosa a la presión en puntos específicos.

Esta afecta a un 2-6% de la población, mayoritariamente mujeres, y no existe un tratamiento que proporcione una curación definitiva de ella.

Es de comprender que, si ya nos cuesta llevar un estilo de vida activo, en un contexto como este, todavía se hace más difícil.

No obstante, la inactividad física no es la solución. Más bien al contrario. La debilidad muscular a la que conduce evitar el ejercicio físico por miedo a sufrir los efectos de este trastorno acarrea un estado de fragilidad, una disminución de la esperanza de vida y una menor calidad de esta.

El ejercicio físico supervisado ayuda a mitigar el dolor, reducir la fatiga crónica mediante una mejora de la condición física y, ante todo, a prevenir que a la fibromialgia se sumen otras enfermedades como, por ejemplo, la osteoporosis o las enfermedades cardiovasculares.

10. Entrenar es el mejor antidepresivo.

La soledad supone un gran problema de salud en las personas mayores, ya que se trata de un factor riesgo para la aparición de depresión y otras enfermedades neurodegenerativas.

Siempre recalcamos los beneficios del ejercicio a nivel de salud física, pero pasamos por alto que también puede resultar de gran ayuda a nivel emocional.

El entrenamiento reduce la depresión y el aislamiento social, incrementa la autoestima, mejora las funciones cognitivas y produce bienestar general.

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