El pie es la base de sustentación del cuerpo y su correcta funcionalidad condiciona en muchos casos el estado físico del sujeto.
Índice de contenidos
- Bases anatómicas del pie
El pie y el tobillo son una estructura mecánica compleja y fuerte formada por 26 huesos, 33 articulaciones, 22 músculos (13 de ellos extrínsecos, es decir, que se originan en la pierna y se unen a los huesos del pie) y 107 ligamentos. De forma resumida, el pie se subdivide en 3 partes:
- El Retropie: compuesto por el astrágalo y el calcáneo o talón.
- La parte media o mediopié: formada por el cuboides, navicular y 3 huesos cuneiformes que constituyen los arcos plantares.
- El Antepié: compuesto por los 5 metatarsianos que forman el metatarso y las falanges del pie. Cabe señalar que el dedo gordo tiene dos falanges mientras que el resto tienen tres.
En cuanto a la planta del pie, se encuentra constituida por un conjunto arquitectónico formado por los elementos óseos y ligamentosos del pie, dando lugar a la conocida como bóveda plantar, una estructura sostenida por tres arcos: por una parte, dos longitudinales, el arco medial y el lateral, y por otra el arco transversal.
- Funcionalidad del pie
El pie es nuestra base de sustentación. Su función es tanto estática, adaptándose a las irregularidades del suelo y proporcionando estabilidad, como dinámica, amortiguando los impactos y reutilizando la energía acumulada en la recepción para propulsar. Dependiendo de cómo se apoye el pie, tendrá repercusiones o no en las articulaciones superiores. De hecho, las lesiones y problemas en el pie inciden en la rodilla. Ahora bien, la estabilidad de la cadera también repercute en el pie, dado que esta dirige los apoyos.
En base al concepto Joint by Joint de Gray Cook, sus labores principales, en el caso del tobillo y los dedos del pie es cumplir una función movilizadora mientras que la bóveda plantar realiza un trabajo de estabilización.
En referencia a la bóveda plantar, los arcos que la constituyen descansan sobre tres puntos donde el peso se reparte de distinta forma. En situaciones normales, el apoyo antero-interno recibe un 35% del peso corporal, el apoyo antero-externo un 15% y el posterior un 50%. De este modo, la bóveda es capaz de adaptarse a cualquier irregularidad del terreno y transmitir al suelo las fuerzas y el peso del cuerpo en las mejores condiciones mecánicas, desempeñando una función amortiguadora indispensable para la marcha.
El desarrollo de los arcos plantares es un proceso que comienza con la maduración. De hecho, nacemos con los pies planos y es el momento en que ponemos carga en ellos lo que despierta su formación. A partir de los 6 o 7 años comienzan a constituirse y a la edad de 12 o 14 años se consolidan.
Por otro lado, el pie tiene otro sistema de amortiguación en forma de recubrimiento de grasa insaturada, sobre todo en el talón. Esta grasa es capaz de resistir las fuerzas que se producen caminando a una velocidad inferior a 5km/h. Por la viscosidad de ella, caminar a mayores velocidades disminuye su eficiencia de absorber el impacto, por lo que es recomendable en estos casos pasar a la carrera donde los apoyos recaerán en el mediopié, o los esprints, de apoyo en el antepié.
Cabe señalar que el pie es un complejo mecánico fuerte. Los pies de un adulto de 70kg reciben 5000 impactos iguales al doble de su peso corporal durante una carrera de 10 km, lo que supone una carga total de 700 toneladas.
Al caminar normal, un pie sano prona entre 5 y 6 grados, recuperando tras ello su posición inicial. Esto se debe a que el calcáneo está ligeramente desplazado hacia el exterior, de modo que se vence hacia dentro y recupera la posición inicial a cada paso gracias a la flexibilidad y fuerza de las estructuras que lo componen. El problema por tanto no es la pronación del pie, sino que este no sea capaz de recuperar la posición inicial o no lo haga en el tiempo adecuado.
En el caso de los maratonistas, la pronación y recuperación de la posición inicial es una acción muy rápida. Sin embargo, las estructuras que sostienen el arco plantar van cediendo a medida que transcurre la carrera debido a la fatiga producida en la musculatura, fascias y ligamentos que las componen.
En cuanto a la relación de la articulación del tobillo con el pie, debemos recalcar que se requieren unos grados mínimos de flexión dorsal para poder caminar sin producir repercusiones negativas en otros núcleos articulares. En concreto, entre 10 y 15o. En cambio, para correr con seguridad es necesario ser capaz de flexionar el tobillo entre 20 y 25o, mientras que las actividades deportivas competitivas y algunos ejercicios de fuerza del tren inferior, por ejemplo, sentadilla profunda, exigen una flexión entre 35 y 45o.
- Influencia del calzado
Como se puede observar en la imagen, el pie se adapta al calzado que se utiliza. De hecho, el uso de calzado está directamente asociado a problemas como callos, rozaduras, mal apoyo del dedo gordo, hallus valgus o juanete y, en definitiva, pérdida de la estabilidad del pie.
Los diseños de calzados demasiado angostos, además de rozaduras, limitan el apoyo de los dedos del pie restando estabilidad a este. Resulta interesante observar como un pie descalzo puede aumentar hasta un 15% su anchura y un número más de talla, confirmando que este siempre tiende a expandirse aumentando con ello su estabilidad.
Cabe destacar que en la planta del pie existen más de 100 receptores sensoriales, cifra únicamente superada por el número de receptores de las manos. No obstante, un pie sometido a un espacio reducido y una amortiguación artificial comienza a perder esta percepción sensorial, hecho que repercute en su función.
Los biomecánicos del calzado, formados con manuales como The Science of Footwear, ponen el foco de atención en la amortiguación y el control de la pronación excesiva a la hora de fabricar el calzado, olvidando la función real del pie. En cambio, los diseños deberían incidir también en darle un mayor lugar a los dedos de los pies y proporcionar el mínimo control requerido, permitiendo que este se estabilice por sí mismo.
En relación al drop (elevación del retropié respecto al antepié), cabe decir que puede ser una herramienta útil para personas que no tienen una buena flexión dorsal del tobillo, sobre todo a la hora de correr que, como hemos visto, se exige una mayor amplitud de movimiento en dicha articulación. No obstante, el drop no es un elemento de uso generalizado, ante todo cuando este se lleva al extremo en el calzado femenino.
En referencia al uso de tacones, estos cambian drásticamente el apoyo natural del pie llevando a los metatarsos a una posición de apoyo vertical, haciendo impacto en los huesos sesamoideos, pudiendo producir degeneraciones óseas, inflamación, etc. Cabe mencionar, además, que el uso de ellos modifica todas las curvaturas de la columna vertebral, acentuando la lordosis lumbar. Desde el punto de vista estético da una visión más estilizada del cuerpo, pero a nivel de salud, su uso frecuente produce un acortamiento de la musculatura de las pantorrillas, los flexores de cadera y la musculatura de la zona lumbar, al tiempo que inhibe los glúteos, los isquiosurales y parte de la musculatura abdominal. Toda esta combinación puede repercutir de forma negativa en la zona lumbar produciendo molestias o dolor.
- Conclusión
En definitiva, el pie está diseñado para caminar descalzo. Un dato que lo confirma es que la piel del pie es un 600% más resistente que la del resto del cuerpo, lo que unido a la grasa que lo envuelve, en especial al talón, nos indica que se encuentra preparado para aguantar impactos y roces.
Pese a que por todo lo mencionado, el calzado más adecuado sería el minimalista, la población general no se encuentra preparada para realizar un cambio brusco, ya que nuestros pies están demasiado habituados al calzado convencional. Por ello, deberíamos comenzar la transición reduciendo el drop, es decir, utilizando un calzado más plano. El calzado minimalista puede empezar a introducirse para realizar las tareas del hogar, durante entrenamientos de bajo impacto, en salidas cortas a caminar, etc. Así mismo, es interesante realizar ejercicios que fortalezcan la musculatura del pie, en especial los que acentúan la fase excéntrica debido a que dichas estructuras están compuestas por músculos posturales que, en ocasiones, se ven sometidos a cargas para las que no se encuentran preparados.
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que consejo se le podria dar a las personas sobre el calzado en el hombre y las mujeres que estan aconstubradas al tacon alto
En referencia a tu comentario, el consejo principal es tratar de utilizar lo menos posible tacón y si es impresindible utilizarlo, que sea de menor altura. El resto del tiempo utilizar calzado donde no haya diferencia de altura entre la parte delantera del zapato y el talón (también llamado drop 0: drop o caída, hace referencia a la diferencia de altura entre el talón y la parte delantera del pie). Te dejo un enlace de un artículo relacionado que te puede interesar: https://blog.institutoisaf.es/flexion-dorsal-de-tobillo