- Definiendo la Crioterapia: Más Allá del Simple «Frío»
- Tabla 1: Panorama de las Modalidades Comunes de Crioterapia
- Mecanismos Fisiológicos Centrales de la Aplicación de Frío
- Vasoconstricción y Efectos Vasculares:
- Disminución de la Hipoxia Tisular y las Demandas Metabólicas:
- Disminución del Dolor y Conducción Nerviosa:
- Disminución del Espasmo Muscular y Efectos sobre los Husos Musculares:
Definiendo la Crioterapia: Más Allá del Simple «Frío»
La crioterapia, en el ámbito de la medicina deportiva, se define como la aplicación terapéutica de cualquier agente físico frío (hielo, agua refrigerada, aire enfriado o compresas criogénicas) sobre el organismo con el propósito de disminuir la temperatura tisular.
Su objetivo fundamental es reducir la temperatura de la superficie corporal y, consecuentemente, del sitio de la lesión, sin causar disrupción tisular.2 Esta reducción de temperatura busca desencadenar una serie de respuestas fisiológicas beneficiosas, entre las que se incluyen la disminución del flujo sanguíneo tisular (vasoconstricción), la reducción del metabolismo tisular, la utilización de oxígeno, la inflamación, el espasmo muscular y el dolor.1
Aunque el uso del frío para tratar lesiones se remonta a la antigua Grecia, siendo mencionado por Hipócrates (470-370 a.C.), el término «crioterapia» fue introducido por Pursey en 1908 para describir el tratamiento de lesiones cutáneas con temperaturas muy bajas.2 Históricamente, la aplicación de frío ha sido un tratamiento estándar aceptado para esguinces y distensiones comunes, especialmente en el manejo del dolor musculoesquelético agudo y crónico.3
Es importante reconocer que la definición de crioterapia es amplia, abarcando diversas modalidades como bolsas de hielo, inmersión en agua fría (CWI), cámaras de crioterapia de cuerpo entero (WBC) y dispositivos de crioterapia + compresión. Todas estas modalidades comparten el objetivo común de reducir la temperatura tisular para obtener un efecto terapéutico. Sin embargo, a pesar de su larga historia y uso empírico generalizado, un tema recurrente en la medicina deportiva moderna es la necesidad de evidencia científica robusta que respalde estas prácticas, trascendiendo las observaciones anecdóticas.2 La comunidad científica subraya que cada terapia propuesta debe estar fundamentada en pruebas sólidas, lo que plantea un contraste entre la tradición y la validación científica rigurosa, un aspecto crucial para los profesionales que buscan basar sus decisiones en la evidencia.
Tabla 1: Panorama de las Modalidades Comunes de Crioterapia
Mecanismos Fisiológicos Centrales de la Aplicación de Frío
La aplicación de frío desencadena una cascada de respuestas fisiológicas interconectadas que fundamentan sus efectos terapéuticos y sus potenciales inconvenientes. Comprender estos mecanismos es esencial para que los entrenadores y preparadores físicos apliquen la crioterapia de manera efectiva y segura.
Vasoconstricción y Efectos Vasculares:
La respuesta inicial y más inmediata al frío es la vasoconstricción, un estrechamiento de los vasos sanguíneos superficiales. Este fenómeno ocurre a través de un arco reflejo axónico y reflejos espinales, además de la activación del hipotálamo posterior por el retorno de sangre enfriada a la circulación general.3 La vasoconstricción disminuye la permeabilidad vascular, lo que reduce la fuga de fluidos al espacio extracelular, y aumenta la viscosidad sanguínea, lo que contribuye a disminuir el flujo sanguíneo hacia el área lesionada.3 Estos efectos son considerados el principal mecanismo para reducir la hinchazón, el sangrado postraumático y el edema en reacciones inflamatorias.3 Es importante notar la «reacción de Lewis» o «hunting reaction», una vasodilatación paradójica que puede ocurrir con temperaturas tisulares por debajo de aproximadamente 15°C, especialmente en las extremidades, como un mecanismo protector contra la congelación.3 Esta complejidad vascular subraya que la respuesta no es lineal y depende de la intensidad y duración del frío.
Disminución de la Hipoxia Tisular y las Demandas Metabólicas:
El frío induce un estado temporal de «hibernación» en los tejidos, disminuyendo significativamente la hipoxia tisular y reduciendo la posibilidad de daño secundario extenso.3 Tras una lesión, la disrupción tisular puede comprometer el suministro de oxígeno. La aplicación de hielo reduce las demandas metabólicas del área afectada y, por ende, la necesidad de oxígeno. Se ha sugerido que la tasa de reacciones químicas se reduce a la mitad con un descenso de 10°C en la temperatura.3 Este efecto protector es particularmente crucial en las primeras horas post-lesión, antes de que la hinchazón comprometa severamente la circulación local.
Disminución del Dolor y Conducción Nerviosa:
La reducción del dolor (analgesia o hipoalgesia) es uno de los beneficios más buscados de la crioterapia. Se logra a través de mecanismos directos e indirectos. El frío causa una disminución temporal de la velocidad de conducción nerviosa (VCN).3 Se ha observado que el enfriamiento por debajo de 20°C reduce significativamente la producción de acetilcolina en los nervios enfriados, lo que, junto con la alteración de la sincronía de los impulsos, disminuye la percepción del dolor.3 El efecto analgésico suele comenzar cuando la temperatura de la piel localizada desciende a aproximadamente 13.6°C.3 Además, la estimulación de fibras sensoriales podría aliviar el dolor a través de un mecanismo de «compuerta» (gate control theory).
Disminución del Espasmo Muscular y Efectos sobre los Husos Musculares:
La crioterapia local puede atenuar temporalmente la espasticidad al disminuir la capacidad de respuesta de los husos musculares al estiramiento. Un músculo más frío muestra una menor tasa de disparo de las aferencias provenientes de las terminaciones anuloespirales y en flor.3 Esta alteración en la actividad del huso muscular puede contribuir a la disminución general del espasmo muscular asociado con muchas condiciones dolorosas.
Mientras que la vasoconstricción local es un objetivo primario para reducir la hinchazón y el sangrado agudo, los efectos sistémicos del frío, especialmente con la WBC o la CWI extensa, involucran respuestas neuroendocrinas y del sistema nervioso autónomo más amplias. Por ejemplo, estudios sobre WBC han reportado una regulación al alza de la actividad parasimpática y respuestas endocrinas complejas, incluyendo la modulación de cortisol, catecolaminas (adrenalina, noradrenalina) y β-endorfinas, que pueden contribuir a la analgesia y a la recuperación más allá de los efectos tisulares localizados.4 Esto sugiere que las aplicaciones de cuerpo entero pueden tener mecanismos de acción cualitativamente diferentes o más extensos que el enfriamiento localizado.