Dos no se pelean si uno no quiere…o si uno no puede.
¿Hablamos de dos opciones reales?
¿El entrenamiento en un gimnasio puede enfrentarse, en igualdad de condiciones, con el entrenamiento en casa?
¿Os suena de algo la historia de David y Goliat? Pues si la respuesta es no, refrescadla porque os va a venir muy bien. Seguramente, habréis oído, habréis leído u os habrán comentado que, por muy Goliat que sea el entrenamiento en un gimnasio, siempre se puede sustituir por un entrenamiento casero, lo que podríamos llamar un David, para seguir con la historia del gigante Goliat que termina abatido por la estrategia e inteligencia del pequeño David.
Pues bien, no, no es cierto.
Si no ha ocurrido ya, pronto te llegará el mensaje de que es posible obtener los mismos resultados entrenando en casa que entrenando en un gimnasio y no es verdad. No compres ese mensaje.
No se trata de buenas intenciones ni de un absurdo juego de descalificaciones, se trata de dos formas de entrenar que juegan en ligas diferentes, están en frecuencias distintas y sencillamente no se pueden enfrentar.
Ya sabes, solo puede quedar uno y, en este caso, el entrenamiento en casa tiene pocas, muy pocas posibilidades de victoria, tan pocas que no tiene ninguna.
Y no es porque el entrenamiento en casa no sirva, claro que sirve, puede ser un magnífico complemento para deportistas que estén entrenándose personalmente, formándose online o que, sencillamente, buscan completar su rutina. El entrenamiento online es una herramienta interesante y valiosa que multiplica su valor cuando forma parte de un plan mucho más ambicioso, de un programa en el que el entrenamiento en un gimnasio es el eje principal.
El entrenamiento en casa puede ser, por ejemplo, un sustituto eventual para mantenerse en forma mínimamente. Son muchas las ocasiones en las que un entrenamiento en casa puede ayudar, por supuesto. Lo que no es posible, si se quiere obtener el resultado deseado, es que, en igualdad de condiciones de práctica o formación deportivas, el entrenamiento en casa sustituya al entrenamiento en un gimnasio.
Hasta aquí las consideraciones teóricas ¿Qué pasa con las prácticas? Pongamos ejemplos reales que son los que de verdad nos aportan algo.
El entrenamiento en casa es, a priori, el entrenamiento ideal, no hay que desplazarse, se ahorra tiempo, no hay que depender de un horario, se optimiza la jornada en función de las necesidades y, además, cómo no vamos a apuntar otra gran ventaja ¡es gratis!
Aterriza ¿Te acuerdas de ese dicho de tu abuela de que nadie da duros a dos pesetas?
Tradúcelo por nadie da un euro por cincuenta céntimos y, más o menos, ya lo tienes.
Bien, es el momento de aplicarlo.
Porque entrenar en casa supone también hacerlo en soledad, con lo que la motivación -por muy buena que sea la música que tú y solo tú puedes elegir para tu rutina- antes o después se bate en franca retirada; también eres tú frente a ti mismo quien realiza los ejercicios, no hay una segunda mirada ni para mejorar la técnica ni para darte el empujón de pasar al siguiente nivel ni tampoco, y ojo a esto, para ayudarte a corregir posturas o evitar lesiones.
¿Y por qué no darle una vuelta al asunto del equipamiento? Porque es cierto que hay deportistas que se han organizado pequeños gimnasios en casa y que pueden realizar rutinas sin problema, es cierto, tan cierto como que esas rutinas de entrenamiento acabarán convirtiéndose en -y disculpa el juego de palabras pero es que el tema lo está pidiendo a gritos- rutinas rutinarias que antes o después serán invadidas por el aburrimiento.
¿Qué hay acerca de las consideraciones prácticas que ofrece el entrenamiento en un gimnasio? Seguro que ya lo sabes pero quizá no esté de más darle un pequeño repaso.
¿Empezamos por la compañía? De acuerdo pero, ya que estamos, que sea en el más amplio sentido de la palabra.
¿Por qué esa puntualización? Porque la compañía puede ser ese otro deportista o grupo con el que has entablado contacto, con el que compartes curiosidades, dudas y quizá un poco de sana competitividad. Cierto, pero no solo, porque también te acompaña en el entrenamiento un monitor, un preparador o un entrenador que, además, te ofrece sus conocimientos para planificar tu entrenamiento, tu entrenamiento, el tuyo; alguien que ve tus progresos y ayuda a enmendar tus equivocaciones; alguien que planifica un ritmo adecuado a tus posibilidades y condición física y te frena o estimula cuando las fuerzas o la motivación fallan o cuando te aceleras de más. Eso también es compañía, y de la buena.
¿Es necesario elegir una de las dos modalidades de entrenamiento? ¿No hay una fórmula para combinarlas?
No, no hay una fórmula hay tantas formulas como deportistas, tantas como cada uno quiera probar. Y quizá ese es el punto más interesante, que contando con el asesoramiento adecuado y la fuerza y motivación necesarias, cada atleta es capaz de construir su propio modelo de entrenamiento.
Es posible acudir al gimnasio para practicar entrenamientos exclusivos y diseñar con un profesional una segunda parte de entrenamiento en casa. Eso sí que es aprovechar las oportunidades que los tiempos nos ofrecen.
¿Por qué elegir si se puede tener todo y sacar doble ventaja?